Florencia II: Uffizi, Ponte Vecchio y Oltrarno (al otro lado del río)

Galería de los Uffizi
Hoy teníamos reservadas a las 9:00 las entradas para la galería de los Uffizi, palacio del siglo XVII que alberga la colección de los Medicí. A lo largo de su historia esta familia fue atesorando montones de obras de arte, pero también palacios y casas por toda la ciudad. La familia hizo fortuna como banqueros, pero incluso llegaron a tener entre sus miembros a tres Papas. No importa que le hayan hecho varias ampliaciones al edificio, siguen sin poder exponer todo lo que consiguieron (hoy ya patrimonio de la ciudad).  


Desde 1591 ya se podía visitar la colección, por lo que se dice que es el museo más antiguo del mundo. Al tener que reservar la entrada, el número de vistantes está controlado y se disfruta mejor. Hay obras de Botticelli, Leonardo, Michelangelo, Vasari, Bronzino, Raffaello, Tiziano, Caravaggio... sólo por nombrar los más conocidos. Pero también muchas esculturas romanas, pinturas modernas, tapices, dibujos, piezas arqueológicas, más los propios frescos de la gallería, que bien merecen la pena. Tres horas y media de visita, con el único inconveniente de que terminas reventado y saturado de tanto arte. Para no aburrir a fotos, os dejo sólo una de ellas hasta que tenga tiempo de hacer una buena composición:


Ponte Vecchio
A escasos cinco minutos está el famoso puente Vecchio, lleno de joyerías pequeñitas y turistas asomados a los escaparates. Alguno también dentro de las tiendas, aunque pocos. Lo curioso es que estas tiendas fueran originalmente carnicerías, de ahí que los Medicí se hicieran la pasarela por lo alto del puente para no tener que mezclarse con el pueblo.

Ponte Vecchio
A mí más que las joyas, me ha gustado este reloj, pero no llevaba encima sueltos los 8000€ que valía... y llevaba prisa.


Escaparate de una joyería en el Ponte Vecchio
Oltrarno
El otro lado del río tiene como principal atractivo el Palacio Pitti y sus jardines Boboli. Pero, ¡oh, sorpresa!, hoy estaba cerrado. Pues nada, para otro día. Cerca también está la Basílica del Santo Espíritu, pero claro, al medio día en Italia las iglesias cierran. Al menos el barrio es bonito y estamos al solete...


Palacio Pitti
Plaza de Michelangelo
Acostumbrados ya a replanificar sobre la marcha, decidimos continuar caminando por el margen del río hasta la Plaza de Michelangelo, que está en un montecito desde el que se tienen unas vistas muy buenas de la ciudad. Si subes andando son un montón de escalones, pero también se puede subir en autobús (línea 12). Al atardecer se junta mucha gente para disfrutar de las vistas y hay puestecillos ambulantes de souvenirs y comida.

Vistas de Florencia desde la Plaza de Michelangelo
De regreso paramos a merendar mi dulce italiano favorito, los canolos. Tenía la galleta un poco blanda, así que mañana buscaré uno que esté mejor (¡madre mía el entrenamiento a la vuelta!). Otra cosa: todavía me duele el sablazo del capucciono por 7€ en Roma; aquí esta vez sólo 1,20€, más 3€ el canolo. Queda comprobado que Florencia es bastante más barata.


Canolo
Hemos regresado al hotel a descansar, porque esta noche visitaremos el Palacio Vecchio, que, ¡oh, sorpresa!, hoy cierra a las 23:00. Estos romanos están locos...

Palacio Vecchio
La visita al Palacio ha tenido dos puntos positivos: al visitarlo a las 19:30 estábamos prácticamente solos; y que se trata de una visita algo diferente del típico museo, pudiendo ver las diferentes estancias, su historia y motivos de la decoración (el mobiliario es más bien escaso, pero los frescos geniales). Aún recorriéndolo tranquilamente, es una visita rapidilla de una hora y media.


Palacio Vecchio
Esta es la sala de los mapas, sobria en cuanto a decoración, pero como siempre, es lo que más me gusta.

Sala de los mapas del Palacio Vecchio
Y ahora sí, con esto y una cena damos por concluido el día. Mañana último día en Florencia.

nulain

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1 comentario:

  1. Efectivamente, el arte tiene que entrar en dosis que puedan asimilarse o te satura, especialmente la pintura cuando hay salas y salas repletas de cuadros famosos y ya no te quedan ganas de fijarte ni en técnica ni en detalles. Por eso hay que combinarla con paseos y gastronomía.

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