
Una excursión de ida y vuelta típica desde Tokyo es Nikko. Hemos madrugado bastante y desayunando en el tren para llegar pronto, ya son casi dos horas de tren. Pese a lo complejo que pudiera ser la organización de las estaciones, es sorprendente lo bien señalizadas que están las vías, trenes, horarios y vagones en Tokyo, incluso para un extranjero.
El conjunto de templos de Nikko está en una zona montañosa, repleta de cedros, cerca de un río de aguas turquesas. La zona monumental empieza al atravesar el puente Shinkyo, subiendo unas escaleras que nos conducen al templo de Rinnoji primero, luego al Toshogu (mausoleo de Ieasu Tokugawa, razón de ser de todo esto), Futarasan (que decidimos no entrar) y finalmente el mausoleo del hijo del primero, Taiyuinbyo. Hay más templos, pero esto son los principales y lo que realmente merece la pena visitar en una primera vez. Por cierto, información en inglés casi cero, "No smoking", "Off limits" y poco más, así que conviene venir leído.
Hasta el puente Shinkyo la ciudad es normalita tirando a feucha. Hay que subir una pedazo de cuesta, así que conviene coger el autobús para ahorrar energías. ya que el día es largo.
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Puente Shinkyo |
A partir del puente empieza la zona monumental. Está bien señalizada, los caminos son de piedrecillas, pero se va a la sombra. Aún así, cuidadito con el calor.
No estoy seguro de si se puede comer en la zona. Nosotros hemos vuelto de nuevo al otro lado del puente para buscar algo. Pero la cosa no termina.
Abismo de Kanmangafuchi
Aunque un poco retirado, merece la pena visitar el abismo de Kanmangafuchi. Es una auténtica preciosidad, sobre todo por su tranquilidad, ya que son pocos turistas los que se acercan.
A partir de cierto punto el camino se llena de estatuas de Jizo, un bodisatva (alguien embarcado en la búsqueda de la suprema iluminación) protector de los niños pequeños y los viajeros. Originalmente había unas 100 estatuas pero muchas fueron arrastradas por las inundaciones de 1902 y en la actualidad quedan aproximadamente unas 70. Pese a este dato, se las sigue conociendo como Hyaku-jizou (100 Jizos) o Narabi-jizou (Jizos en línea).
Abismo de Kanmangafuchi
Aunque un poco retirado, merece la pena visitar el abismo de Kanmangafuchi. Es una auténtica preciosidad, sobre todo por su tranquilidad, ya que son pocos turistas los que se acercan.
A partir de cierto punto el camino se llena de estatuas de Jizo, un bodisatva (alguien embarcado en la búsqueda de la suprema iluminación) protector de los niños pequeños y los viajeros. Originalmente había unas 100 estatuas pero muchas fueron arrastradas por las inundaciones de 1902 y en la actualidad quedan aproximadamente unas 70. Pese a este dato, se las sigue conociendo como Hyaku-jizou (100 Jizos) o Narabi-jizou (Jizos en línea).
Reventados, como siempre, nos vamos de vuelta a Tokyo. Pero eso de quedarnos en el hotel o descansar no va con nosotros...
Odaiba
Decidimos ir a Odaiba, una isla artificial con muchos centros comerciales y zonas residenciales de lujo. Hay varias formas de cruzar, pero la más curiosa es con el monorail que cruza el Rainbow bridge y recorre la isla. El tren va como a 20 metros del suelo, por lo que recuerda a esas películas del futuro con diferentes niveles en las ciudades.
Odaiba
Decidimos ir a Odaiba, una isla artificial con muchos centros comerciales y zonas residenciales de lujo. Hay varias formas de cruzar, pero la más curiosa es con el monorail que cruza el Rainbow bridge y recorre la isla. El tren va como a 20 metros del suelo, por lo que recuerda a esas películas del futuro con diferentes niveles en las ciudades.
En la isla hay también varios museos y una playa, por lo que es una de las zonas de ocio favoritas de los Tokyotas. Nosotros hemos pasado lo poco que quedaba del día en el Onsen Monogatari, un onsen tipo parque temático ambientado en la época Edo. Sinceramente, si es la última oportunidad que tienes de ir a un onsen, bueno... pero nosotros preferimos otros que hemos visitado más tranquilo, menos parque temático, aunque haya que pagar un poco más.
Mañana toca seguir la ruta por Japón. Iremos primero a Hakone, algo más al sur, con la esperanza de tener unas buenas vistas del Fuji y disfrutar de sus famosas aguas termales. Desde ahí seguiremos a Kyoto. Estos días en Tokyo y alrededores han sido muy intensos. Tokyo es una ciudad llena de contrastes y con muchos, muchos, pero que muchos japoneses.
Una preciosidad. Tiene que ser una sensación muy relajante pasear entre ese espeso bosque con apenas algunas almas, por lo que parece, después de padecer las abigarradas masas de las calles de Tokio. ¿Y el metro y los empujones para entrar?
ResponderEliminar¿Apenas algunas almas? Jaja, lo que pasa es que ya voy cogiendo trucos para no sacar a la gente. Ya te enseñaré la cola que había para ver el mausoleo. En Japón no hay empujones para entrar al metro, la gente es muy respetuosa (más o menos, excepciones las hay). Eso no quita que en las horas punta el metro vaya abarrotado, pero no hemos tenido problema con eso.
EliminarCuñao, entran ganas de ir al Japo con tus fotos y lo que bien currao que está el blog. Te contrato para Kenia!!! Yo te mando las fotos y tu me haces el blog ;).
ResponderEliminarHecho, y si me pagas el billete para el Safari hasta te sostengo los objetivos de la cámara. ¿Has probado ya ese que decías te iban a prestar?
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