Décimo quinto día. Koyasan y vuelta a Osaka



Algo típico al alojarte en un templo es poder acompañar en el momento del rezo a los monjes. A las 6:00 am, tempranito. Pues ahí estaba yo puntual, sin desayunar y con los ojos pegados. La cosa ha durado como 30 minutos, ahí de rodillas, escuchándoles rezar, sin entender nada. En cierto momento, uno a uno nos hemos ido acercado y haciendo un breve ritual y reverencia.... Al final uno de ellos se ha puesto a hablar en japonés, momento en el que los occidentales hemos empezado a salir en estampida. Conclusión, quién me mandará a mí madrugar.



Pero ya que estaba despierto me he ido de nuevo al onsen, que eso se me da mejor y a esa hora estaba para mí solo. A las 7:00 nos han servido el desayuno en la habitación, con multitud de tipos de tofu, incluido uno que hemos bautizado el "pegamentoso". Por si no estaba claro, esto nos confirma que realmente en esta parte del mundo se desayuna, se almuerza y se cena lo mismo. ¡Qué cansino!

Tempranito, aunque con el sol apretando, nos vamos a ver el cementerio donde se encuentra el mausoleo de Kobo Daishi, fundador del grupo religioso budista Shingon. El cementerio es enorme. Los árboles son gigantescos y el musgo lo cubre todo. Hay tumbas muy pintorescas, aunque sí que hay muchos elementos comunes a la mayoría de ellas.
A partir de un puentecito, llegamos a la zona más sagrada, donde yacen los personajes importantes de Japón y el propio Kobo Daishi (recordad que está en profunda meditación, no muerto). Incluso los árboles parecen aquí más impresionantes, pero lástima que no está permitido hacer fotos. El santuario donde le rezan a Kobo Daishi es precioso, lleno de misticismo. Cuando llegamos los monjes estaban rezando (también muy bien, como los de nuestro templo, todos al unísono y bien coordinados). Pero además dos monjes se encargan de mantener encendidos dos fuegos, que dicen que nunca se han apagado desde... hace mucho.
Mausoleo de Kobo Daishi
Hasta aquí Koyasan. Regresamos por otro camino dirigiéndonos hacia la entrada del cementerio y poniendo rumbo a Osaka. Nos esperan dos horas de camino que se convertirán en algo más de tres por un pequeño lío con los trenes.

Osaka
Recién llegados a Osaka y con la calor que hacía, hemos decidido irnos directamente al acuario y escondernos allí hasta la puesta del Sol. El acuario está en la zona del puerto y es internacionalmete conocido por su enorme estanque con dos tiburones ballena, además de tiburones martillo, rayas y muchos otros bichos. Es una visita muy recomendable si gusta la fauna marina, aunque los japoneses son muy ruidosos (especialmente los niños).
Mañana toca regresar, pero aún nos queda una importante misión: comer la auténtica carne de Kobe que sólo se puede comer aquí en Japón. Acabamos de reservar en un restaurante para mañana y de pedir una hipoteca para pagar la cuenta. Esperemos que merezca la pena lo que vale. De momento esta noche hemos hecho honor a la fama de Osaka: "kuidaore", que viene a ser algo así como comer hasta reventar. Hemos probado en un menú que incluía todas las especialidades locales, juas, juas, juas...

[Actualización] Seguro que mis amigos buceadores no consideran lo siguiente fotografía submarina, pero no eso no quitará para que envidien las siguientes maravillas sacadas del acuario de Osaka (dedicadas a mi varias veces compañero de buceo y al también varias veces jefe de las inmersiones):

nulain

Bievenido a mi blog. Espero que te haya gustado esta entrada. Si quieres hacer cualquier comentario o pregunta, utiliza los comentarios o el formulario de contacto. Gracias.

3 comentarios:

  1. Muy buenas fotos, seguro que has echado de menos el haber estado sumergido.

    ResponderEliminar
  2. Las fotos son muy buenas. No diremos a nadie que las has tomado a través de una cristal, con los pies bien secos.

    Saludos.

    ResponderEliminar