Lamentablemente, el día se nos ha presentado super nublado. Mala suerte porque esto va a estropear las vistas un montón. La subida en telecabina es una pasada, el paisaje y las distancias enormes, pasando incluso por encima del agua.
Una vez llegas arriba, todo está montado estilo parque temático, con un montón de casitas prefabricadas, restaurantes y cosas para entretener a la masa. Poco a poco llegas al gran Buda y te preparas para subir escaleras (foto de portada).
Desde allí hemos bajado con el bus al pueblo de Tai O, donde aún la población viven de un modo bastante tradicional del mar. Aunque era la hora de comer, hemos preferido ir hasta nuestra siguiente parada, porque el olor y aspecto del puerto no nos inspiraba mucha confianza... (visita prescindible).
Desde aquí, la idea era volver por la carretera del sur con el autobús y hacer un alto en alguna de las playas. Lamentablemente, la hemos liado y nos hemos bajado en mal momento, porque no hemos sido capaces de llegar a la costa (no sé muy bien si es que la carretera se adentra, pero nos hemos hartado de andar, no llegábamos a ningún lado, me he adentrado por unos caminos pero he tenido que dar marcha atrás, el calor nos estaba matando, los nervios y todo eso sin haber comido, casi sin agua, nadie a quien preguntar, en fin...). Reventados, hemos vuelto a llegar a otra parada de autobús, hemos esperado no sé cuánto y hemos llegado por fin a Mui Wo, en el extremo este de la isla y desde donde se coge el ferry de vuelta a Hong Kong.
Aunque la playa en Mui Wo no tuviera nada que ver con la que estábamos buscando, necesitaba refrescarme antes de volver. El agua no es que estuviera limpia, la verdad, pero yo tampoco y era lo mejor que había. Como curiosidad, en Mui Wo vimos muchos occidentales que regresaban de trabajar de Hong Kong, probablemente porque la vida aquí sea mucho más tranquila, como estar en un pueblecito de playa y con casas bajas.
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